
Filosofía en contexto

Perfil del equipo de investigación
El equipo de investigación se conforma de personas con capacidades conceptuales y metodológicas que fortalecen el enfoque transdisciplinario de la línea de investigación Filosofía en Contexto.
En el plano conceptual, el grupo demuestra una sólida capacidad para derivar modelos metodológicos a partir de marcos
teóricos complejos. Cada investigad@r se destaca por su habilidad para formular categorías analíticas propias, lo cual
garantiza una lectura crítica y situada de los objetos de estudio.
Así mismo, la capacidad para problematizar desde distintas escalas —local, regional, epistémica y pedagógica— está
presente en todos los perfiles, favoreciendo análisis multicapas del territorio y la subjetividad.
A esto se suma una competencia compartida para sintetizar marcos teóricos diversos, lo que permite generar un diálogo
fecundo entre enfoques decoloniales, epistemologías críticas, neurociencia y filosofía contemporánea.
Desde el punto de vista metodológico, el equipo posee un manejo robusto de herramientas cualitativas, especialmente en
lo relativo al análisis de narrativas, historias de vida y discursos pedagógicos.
Aunque el procesamiento de información cuantitativa no es central para todos, existen capacidades instaladas para
complementar investigaciones mixtas.
Es de destacar también la experiencia colectiva en el diseño, aplicación y análisis de instrumentos de investigación, tanto
en contextos educativos como comunitarios.
Finalmente, todos l@s integrantes han participado en trabajos de campo, ya sea en clave etnográfica, educativa o
narrativa, lo cual asegura un anclaje empírico sólido.
Áreas de investigación
Cuerpos, mujeres y territorios
Responsable principal:
Luz Flórez
Esta línea explora las intersecciones entre género, cuerpo, violencia y territorio, con especial atención a las experiencias
de mujeres en contextos educativos y sociales atravesados por la conflictividad. Se articula con una dimensión
pedagógica centrada en el conocimiento de sí y la enseñanza de la filosofía como vía para la emancipación subjetiva.
Estética, filosofía y geografías sensibles
Responsable principal:
Camilo Diagrama
Aborda las relaciones entre estética, territorio y pensamiento filosófico, concibiendo los modos sensibles y espaciales que
median la experiencia del habitar y el aprender. Propone una exploración teórica de la consolidación de los territorios, a
través de prácticas pedagógicas y artísticas situadas.
Narrativas, afectos y cognición en la educación filosófica
Responsable principal:
Alejandro Murillo
Investiga cómo los procesos afectivo-cognitivos y los sesgos emocionales influyen en la construcción narrativa de
conceptos como el territorio en prácticas filosóficas alternativas. También interroga el vínculo entre autoconciencia y
pensamiento crítico desde una perspectiva interdisciplinaria.
Modelos alternativos, historia territorial y memoria narrativa
Responsable principal:
Sebastián Alejandro González Montero
Esta línea se centra en el estudio de modelos no tradicionales para la enseñanza de la filosofía y las humanidades,
especialmente en contextos latinoamericanos. También explora la historia territorial como configuración cultural y política,
y propone metodologías que integran la literatura y la historia oral como formas de investigación social y narrativa.
i. Línea de Investigación (Confluyente)
ii. Filosofía situada, narrativas del territorio y subjetividades críticas
Descripción general:
Esta línea de investigación examina la forma en que las prácticas filosóficas, estéticas y educativas se entrelazan con la construcción narrativa de los territorios, los cuerpos y las subjetividades. Partiendo de enfoques filosóficos que integran la historia territorial, la enseñanza crítica de la filosofía, la memoria oral, los afectos y cogniciones, se propone un trabajo transdisciplinario orientado a la transformación social y educativa.
Ejes temáticos integradores:
● Modelos alternativos de enseñanza de la filosofía y las humanidades en contextos situados.
● Cuerpo, género y violencia como vectores epistémicos de análisis del territorio.
● Afectividad, cognición y autoconciencia en el pensamiento crítico.
● Estética y narración como formas de resistencia y reconfiguración territorial.
● Historia oral y literatura como metodologías de reconstrucción subjetiva y colectiva.
Objetivo central:
Investigar cómo las prácticas filosóficas y narrativas —articuladas desde lo afectivo-cognitivo, lo corporal y lo territorial—
contribuyen a la formación crítica de subjetividades, a la recuperación de memorias invisibilizadas y a la generación de
modelos educativos transformadores.
Objetivos específicos:
2. Analizar modelos alternativos de enseñanza de la filosofía que potencien la autoconciencia, el pensamiento crítico
y el reconocimiento territorial.
3. Explorar las intersecciones entre cuerpo, violencia, género y territorio como categorías analíticas y experienciales.
4. Estudiar el rol de los procesos afectivo-cognitivos en la construcción narrativa de la identidad y del territorio en
contextos educativos.
5. Desarrollar metodologías que integren literatura, historia oral y arte como formas de investigación social y
pedagógica.
6. Construir redes de investigación y acción educativa entre comunidades, docentes e instituciones desde una ética
situada.
Marco de referencia
El mundo contemporáneo puede entenderse como un espacio de tensiones que surgen entre el deseo de control y la
evidencia de lo incontrolable, un campo de fuerzas donde se entrecruzan dinámicas de violencia, subjetivación,
aceleración y resistencia. Hartmut Rosa (2020) nos advierte sobre la incontrolabilidad del mundo como condición
ontológica que desafía los impulsos modernos de dominio técnico y racionalización. En este sentido, el capitalismo, lejos
de constituir un sistema neutro de producción, se despliega como una máquina de captura de subjetividades y territorios,
una maquinaria esquizofrénica que, como muestran Deleuze y Guattari (2010), fragmenta, conecta y vuelve a segmentar
los flujos de deseo y de mercancía.
La violencia que atraviesa este régimen no es solo estructural, sino que asume formas espectaculares y encarnadas que
Sayak Valencia (2016) conceptualiza como “capitalismo gore”: un modo de acumulación que hace de la muerte, la
crueldad y la exposición de cuerpos mutilados un lenguaje político y económico. Esta economía necropolítica pone de
manifiesto que la inseguridad territorial no es un efecto colateral sino una estrategia que, como explica Virilio (1999),
reorganiza el espacio y el tiempo bajo el signo de la velocidad y el miedo.
En ese contexto, es importante decir que el territorio ya no es solamente un dominio físico, sino un campo de operaciones
donde la seguridad se vuelve técnica de gobierno y administración diferencial de vidas, siguiendo la genealogía
foucaultiana de la biopolítica (Foucault, 2006).
En esta misma línea, la subjetividad se vuelve campo de batalla. Preciado (2008) analiza cómo el capitalismo
farmacopornográfico modula la producción de cuerpos y placeres, fabricando identidades a través de tecnologías
biomédicas y mediáticas que sexualizan, medicalizan y disciplinan el deseo. El cuerpo deviene interfaz biopolítica, un
objeto de inversión técnica y económica, pero también un espacio de experimentación e insubordinación.
Esta tensión resuena en la crítica de bell hooks (2021), quien denuncia la construcción de masculinidades que se
sostienen en la negación de la vulnerabilidad y el amor, y propone una reconfiguración ética capaz de desactivar la
violencia de género estructural. Hooks nos ofrece así un horizonte de transformación relacional que complejiza la crítica
materialista del capital al poner en el centro el trabajo afectivo y la posibilidad de cuidado mutuo.
La producción de conocimiento, en este contexto, se enfrenta al desafío de no reproducir las lógicas de
instrumentalización y control que critica. Brendel (2004) señala la importancia de los experimentos mentales y la intuición
conceptual como modos de abrir posibilidades en el pensamiento filosófico sin caer en la falacia de la evidencia
autoevidente o la naturalización de intuiciones sesgadas. Tal advertencia cobra relevancia frente a los discursos
científicos y técnicos que, al pretender neutralidad, refuerzan jerarquías epistémicas y legitiman violencias estructurales.
Asimismo, el análisis de las emociones como motivadores morales (Scarantino, 2014) nos permite ver cómo los afectos
no son meras reacciones privadas, sino fuerzas que configuran juicios, acciones y estructuras normativas. En un mundo
que acelera los intercambios y exacerba la competencia, las emociones devienen tanto herramientas de regulación social
como potenciales vectores de resistencia y rearticulación ética. Este enfoque resuena con el análisis de Nail (2019) sobre
el ser como movimiento: la ontología deja de pensarse como sustancia estable y se entiende como flujo, migración,
transformación.
Tal perspectiva desmonta la ilusión del control absoluto y obliga a pensar las categorías sociales, políticas y éticas como
procesos abiertos, atravesados por fricciones y desplazamientos.
Lowenhaupt (2015), por su parte, ilustra la dimensión ecológica y económica de estas fricciones al describir la economía
del hongo matsutake como un ensamblaje precario que desafía las formas capitalistas hegemónicas al depender de
interdependencias no controlables. Este ejemplo etnográfico evidencia las posibilidades de imaginar economías más allá
del extractivismo, fundadas en la contingencia y la colaboración multispecies.
En otro registro, Sloterdijk (2025) nos ofrece una crítica antigenealógica de la modernidad que subvierte la linealidad
histórica y la pretensión de origen unitario. Al indagar en las bifurcaciones, rupturas y herencias conflictivas, propone un
pensamiento capaz de asumir la pluralidad sin clausuras, desbaratando las narraciones de progreso que legitiman
exclusiones y violencias.
Por último, en el ámbito de las tecnologías contemporáneas, Lim y Tan (2024) advierten sobre los desajustes evolutivos
que generan las redes sociales, al explotar sesgos cognitivos ancestrales para maximizar la atención y el beneficio
económico. Su conceptualización del “evolutionary mismatch” señala la urgencia de repensar las interfaces digitales
como espacios que moldean prácticas, emociones y formas de relación, no siempre para el bien común.
Así, el marco teórico se configura como un entramado de perspectivas que, aunque diversas, convergen en problematizar
las formas de violencia, control y subjetivación del presente, al tiempo que abren vías para imaginar modos de existencia
más flexibles, éticos y sostenibles.
i. Posibles productos académicos y de incidencia:
● Publicaciones conjuntas (artículos, libros, capítulos).
● Desarrollo de una red de colaboración docente e investigativa.
● Diseño de propuestas pedagógicas o curriculares alternativas.
● Producción de relatos y archivos orales.
● Eventos de articulación (talleres, coloquios, encuentros interinstitucionales).
● Proyectos de Investigación y Actividades de Apropiación Social del Conocimiento.